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noviembre 18, 2020

Carta 2

 21 de abril de 1942



Carta #2


Tienes una hermosa mirada.


Mi peculiar amigo me ha dicho que tomaste y leíste mi carta, pero que no parabas de temblar mientras la leías y que no dijiste nada, sólo te fuiste lejos de él, sin darme respuesta alguna. Pensé que esto pasaría, que serías lo bastante lista y consciente para sospechar que esto era una trampa. No te culpo.

Pero no es así. Puedes confiar en mí. Te juro por mi honor que no quiero tenderte una trampa, sólo quiero conocer a la mujer que ayuda a que el trabajo de los niños y los ancianos sea más “llevadero”. Sí. Te he visto. Sé que les quitas el peso de los escombros que llevan, cargándolos tú sola, y que cuando están descansando, haces a los niños morisquetas y les cuentas historias, arrancándoles risas y alegrías. Lo que más sé es lo hermosa que es tú sonrisa cuando te das cuenta que por un momento ellos pueden olvidar donde están. Esto y más es lo que poco a poco ha hecho que piense en ti y que reuniera todas las fuerzas y valentía necesarias para escribirte. Sólo imagina el peligro al que me estoy exponiendo por querer conocerte.

No te pediré que me respondas con un largo testamento. 

Una palabra. Me basta de verdad si es tuya.


Sigue sonriendo.



Ernst Kaltenbrunner


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